Cuando pasión y talento se unen
Por Laura Hernández
#EntreAmigos
Reza una frase: “la vida no es lo que esperamos, sino lo que construimos”… Y en eso, ella ha trabajado muy bien.
Su constante preparación más la incesante búsqueda de nuevas oportunidades, le ha permitido explorar en múltiples formas el caleidoscopio que representa su voz.
Agremiada al STIRTT, platica con Resonancias los detalles de sus casi dos décadas en la industria. Así como algunos elementos fundamentales para estar a la vanguardia: aprendizaje y compromiso.
Del aula a la cabina
Es una mujer muy expresiva, y en una añoranza llena de detalles y distintas expresiones de alegría, Marianna Santiago relata cómo la locución llegó a su vida “un poquito por accidente”.
“Mi historia empezó en el IMER, en Órbita 105.7. Estoy muy agradecida con Alfredo Martell, quien me dio la primera oportunidad”.
En ese entonces “planeaba dedicarme al cine, buscaba estar en una producción cuando llegó el chance de un casting. La verdad no pensaba hacerlo, mi mente no estaba enfocada ahí. Alguien me dijo ‘hazlo, no pierdes nada, en la escuela te iba bien con las cosas de radio’, y yo ‘pues sí, órale’”.
“Voy, no me quedo —buscaban una locutora titular—, pero de alguna manera llamé la atención y empecé a trabajar en el espacio de alguien más. Comencé un día a la semana, en una sección hablando de cine; y más adelante, se les ocurrió que armáramos algo para foguearme”.
Un año después, la participación creció de 15 minutos a una hora. “Estaba súper contenta, enfrentándome a qué es una programación, cómo funciona, el ritmo, etcétera. Estuve un año, el proyecto se acaba, y ¡chin!, a empezar de nuevo. Dije ‘y ahora, ¿qué voy a hacer?, ¿me voy a dedicar a esto?, ¿lo quiero para mi vida?’, y la respuesta fue sí”.

“Hay gente con el talento y lo hace más nato. Yo no lo tenía y sí tomé varios cursos. A veces tienes una voz bonita, fea o como sea, pero no la sabes usar. La mejor forma siempre es estudiar, buscar cursos, conocerte, conocer tu voz y qué tanto puedes hacer con ella”.
Fotografía Sofía Muñoz Boullosa
“Me acuerdo perfecto: andaba en eso cuando me llama una amiga a quien tenía sin ver, uff, la vida entera. Me cuenta ‘en Alfa buscan locutora, ¿por qué no vas?’, y respondo ‘estás loca, ¿qué voy a hacer ahí?’ O sea, yo presentaba rock y cosas completamente diferentes, no sabía nada de Britney Spears ni de esa música. E insiste ‘no seas necia, ve, igual y no, pero igual y entras en otro lado’”.
“Fui y me dio mucha risa porque quien me recibe pregunta ‘¿cuántos años tienes?’, respondo ‘27’, y él ‘no, ya estás grande para Alfa’, —así mi corazoncito todo roto—. ‘Bueno, no perdemos nada, te hago el casting; ahorita hay alguien a prueba, vamos a ver qué onda’. Pasaron las semanas y nada, entonces dije ‘no, ya, estoy muy grande para Alfa’”.
“Un día suena el teléfono y es de ‘ven, el señor Adolfo Fernández (director en ese entonces de la estación) te quiere ver’, y yo ‘pero ando en pants, iba a dar una clase’, y él ‘así como estés, vente, es ahorita’. Pues córrele, medio me arreglé el cabello, iba en tenis, la facha total. Llego y ‘discúlpeme, pero la clase y, y…’. Explicándole. Se moría de la risa, del nervio hablé y hablé. De repente dijo ‘escuché tu casting, estás un poco grande, pero creo que funcionas. Vas estar a prueba, un contrato de 3 meses, si haces caso y obedeces, te quedas’”.
Con un horario en la mañana, “estaba feliz, pero también muy asustada, no sabía nada de esta música, me puse a estudiar y a entender cómo funcionaba la estación —era muy diferente de donde venía—. Fue un proceso muy padre, de muchos nervios y mucha angustia, pero después de 3 meses me avisan ‘pues te quedas, mana’. Así empezó mi historia, ya son 17 años ahí”.
Los matices
Voice over en televisión, actriz de doblaje y locutora comercial para distintas marcas, comparte su experiencia al dar vida a personajes de series y películas.
“Es padrísimo y he estudiado actuación varias veces. Si no, no entiendes nada, ni la instrucción del director, al personaje; bueno, no te entiendes ni tú”.
“La locución y el doblaje no tienen nada que ver, no porque ‘ay, eres locutor, tienes bonita voz ya la hiciste’, ¡no! Si tienes el talento para hacer voces y transformarte sí, claro; yo no lo tenía, y aún batallo con algunas cosas”.
“Ha sido increíble. De mucho estudio, de picar piedra, de estar, de ir a hacer sala, conocer gente, de tratar de abrirte la puerta de un lado u otro. A veces, es así de ‘nnn, eres locutora, no, no me sirves’, y yo ‘sí soy locutora, pero también estudié actuación con este, este y con este’”.
“Es un rollo. Entrar a ese gremio también es difícil, pero la verdad he tenido oportunidad de trabajar con gente muy padre, súper talentosa”.
La locución comercial “va un poquito más de la mano con la locución de cabina. Poquito, no tanto. Al final es conocer tu voz”.
“Hay gente con el talento y lo hace más nato. Yo no lo tenía y sí tomé varios cursos. A veces tienes una voz bonita, fea o como sea, pero no la sabes usar. Una cosa es hablar y otra la locución comercial, porque tal vez necesitan algo más formal, más ‘platícame’, así o asado”.
“La mejor forma siempre es estudiar, buscar cursos, conocerte, conocer tu voz y qué tanto puedes hacer con ella”.
Todos sabemos, pero…
Es miércoles por la tarde, en breve comenzará su turno en Alfa (una de las estaciones mejor posicionadas en el top de audiencias). Aquí, ella es parte fundamental del equipo de locutores, y también desde ahí ha sido testigo de distintos cambios en la industria.
Antaño, para ser locutor, comentarista o cronista era indispensable contar con una licencia, la Ley Federal de Radio y Televisión dictaba “en las transmisiones de las difusoras solo podrán laborar quienes cuenten con certificado de aptitud”.
El documento —expedido por la Dirección General de Televisión Educativa (DGTVE)— se entregaba a quienes aprobaban una serie de exámenes (conocimientos generales, ortografía, redacción, geopolítica, geografía, historia, idiomas, buena pronunciación y articulación de palabras frente al micrófono).
Al paso de los años, los requisitos fueron disminuyendo. El 8 febrero de 2016, de manera oficial, se derogó dicho trámite. El tema ha generado múltiples opiniones, y preguntamos a Marianna su posición al respecto.
“Ahorita ya se está haciendo como un poquito más oficial. En mis tiempos ‘buscabas ser locutor de radio, ¿dónde estudias?, ¿qué haces?’ No es una carrera oficial, nadie te daba un título ni te reconoce, ¡está en chino!”.
“Pero que nos quede bien claro: locutor no es lo mismo que estudiar Comunicación. No por estudiar Comunicación la voy a hacer en tele o radio, ¡no es cierto, son dos cosas muy diferentes! Falta la especialización en ‘locución de cabina en radio’, eso no existe”.
“Creo que sí deberíamos de hacerlo oficial, y tener —no sé si un taller o carrera, pero sí— un estudio previo. Todos sabemos hablar, pero hablar bien no todo mundo. Yo me equivoqué y la regué mucho, hasta entender la importancia de un micrófono. Cuando eres joven no lo tienes tan claro en tu cabeza; lo sabes, pero no lo mides. Entonces es importante que nos enseñen y digan que ‘no quien sea se puede sentar frente a un micrófono, y no quien sea se debe sentar’. Por favor”.

“Puede parecer fácil, ‘¿y qué?, me siento y hablo, todos hablamos, todos podemos’ ‘¡Ah, sí!, a ver, siéntate y habla’, y te juro que muchos se quedan helados”.

“He pasado de todo. Ha sido un sueño maravilloso y también una prueba de resistencia. Es un trabajo de mucha perseverancia, constancia y disciplina”.
“Sí debería haber un estudio que nos entregara la licencia de locución, y no fuera así de ‘ya me la dieron, qué chido, qué buena onda’. Cuando empecé, preguntaron ‘¿tienes licencia?’, y yo ‘¿qué es eso?, ¿de qué me hablas?’ ¡Imagínate, qué grave! ¿Cuántos como yo no deben haber dicho ‘Dios mío?’”.
“Y lo digo sin pena porque en ese momento yo me convertí en locutora de la noche a la mañana, gracias a que alguien confió en mí y me quiso enseñar, pero ¿cuántas veces te pasa esto? No siempre”.
“A mí me ayudaron a tramitarla, y me eché un año —sin sueldo ni nada— aprendiendo qué era un micrófono, cómo se enfrentaba y qué hacías. Puede parecer fácil, ‘¿y qué?, me siento y hablo, todos hablamos, todos podemos’ ‘¡Ah, sí!, a ver, siéntate y habla’, y te juro que muchos se quedan helados porque no es así de ‘enchílame esta gorda’”.
“Por eso, sí debería haber un examen, una carrera, algo que nos avale y entregue esa licencia de locutor. Voto por eso. 100 %”.
Aprender, crecer y avanzar
Egresada de la Universidad Anáhuac, otra de sus grandes pasiones es el deporte. Ahora, adicional al 91.3 de FM, cada mañana podemos escucharla por internet (laoctava.com/sports), en un espacio dedicado al mundo fitness con entrevistas a nutriólogos, fisioterapeutas, entrenadores, etcétera.
“Ha sido una carrera muy larga, donde he aprendido que la única manera de aprender es estando. Así, sobre la marcha, regándola, regaño tras regaño”.
“Mi historia ha cambiado muchísimo en estos años: la forma de transmitir, el público a quien le hablo, la manera de conectar, como he crecido”.
Y, con una emoción profunda, añade “Mi manera de entrar al aire es diferente, pero igual de bonita que la primera vez. Siempre encuentro algo nuevo, no dejo de aprender todos los días”.
“He pasado de todo. Ha sido un sueño maravilloso y también una prueba de resistencia. Es un trabajo de mucha perseverancia, constancia y disciplina”.